Lo que manda el corazón...

- Hazme el amor. – Musitó él, repentinamente.
- ¿Ahora? – respondió ella – pero, ya voy tarde al trabajo. ¿Dónde estabas anoche? Entonces tenía tiempo. – Agregó, maliciosamente.
- ¡Anoche estaba trabajando! – Se defendió rápidamente.
Hubo un momento de paz, mientras ella terminaba de cepillarse el cabello lo más rápido que podía.
- Si fuera posible te haría caso y entonces llegaría muy tarde, pues no me dejarás ir nunca una vez que te haga el amor. – Sonrió.
Una sonrisa de satisfacción se dibujo en el rostro de él, como si pudiera saborear las palabras que ella le decía. Sin decir más se queda plácidamente dormido.
Ella termina de arreglarse, toma su bolso y sale rápidamente a su trabajo sin siquiera desayunar. Por el camino se va pensando lo absurdo que sería la relación si viviera a 5000 millas de distancia de su amado...